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17.1.11
Summer en la city
Después de todo, es lindo el verano en la ciudad.
Le miro el lado positivo: transporte público vacío, no hay tanto ruido, la gente no me molesta por la calle y se respira un aire silencioso.
10.1.11
12
Empezar el año no sólo significa festejar, brindar y comerme un Mantecol XL yo sola. Definitivamente no.
Implica que comience LA cuenta regresiva.
Hola, faltan 12 días para mi cumpleaños.
Quizás para cualquier persona normal, cumplir un año más sea un sinónimo de buscar lugar para festejar, armar una lista de amigos y otra de comida y bebida para comprar. Pero para mí y para todos los que tuvimos el privilegio (sí, privilegio) de haber nacido en pleno verano, las cosas son algo diferentes.
Desde pequeña aprendí que el 12 de enero era el día de mi cumpleaños y que era muy probable que mucha gente no esté conmigo, no me salude, se acuerde tarde, se acuerde en marzo o nunca lo haga.
Mi primer cumpleaños lo pasé en Buenos Aires.
El número dos, tres, cuatro, cinco y seis estuve en la playa.
El número 7 fue como un quiebre: mi primer festejo con amiguitas/os en casa. Pero amanecí en una camilla de hospital, con dos horas de observación encima y la absoluta prohibición por parte del Sr. médico de comer papas fritas, sandwichitos y todas las cosas ricas que iba a haber en casa.
Igual fue genial.
El 8 lo pasé arriba de un auto. Soplé la velita en una cocina rodeada de valijas.
Los 9, 10, 11, 12 y 13 no los recuerdo. Sólo sé que no estaba en Buenos Aires.
Para el 14 ya era más "madura" y decidí hacer un pijama party con mis amigas.
Los quince, obviamente, fueron un dilema porque no sabía si hacer la fiesta en enero, en febrero, en marzo o en junio. Lo único que sabía era que quería una fiesta y un vestido "grande". No me importaba demasiado lo demás, pero las complicaciones empezaron cuando las fechas de los lugares que me gustaban comenzaban a escasear. Además, mi cumpleaños no cae sábado desde aproximadamente los 10 años y, por lo tanto, quedaba descartadísima la posibilidad de hacerlo el mismo día.
La gran fiesta terminó siendo el 15 de abril. Sí, 3 meses y 3 días después.
Ya los 16, los 17, los 18, los 19 y los 20 fueron con amigas. Más organizados y con más cantidad de gente dispuesta a salir o a venir a casa a acompañarme.
Me fui acostumbrando con el paso de los años y descubrí que cumplir con calor es muuuy más divertido.
Este post no es para nada una queja, sino un agradecimiento a la vida por haberme dejado nacer en medio de la estación que más me gusta: verano.
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Hola, faltan 12 días para mi cumpleaños.
Quizás para cualquier persona normal, cumplir un año más sea un sinónimo de buscar lugar para festejar, armar una lista de amigos y otra de comida y bebida para comprar. Pero para mí y para todos los que tuvimos el privilegio (sí, privilegio) de haber nacido en pleno verano, las cosas son algo diferentes.
Desde pequeña aprendí que el 12 de enero era el día de mi cumpleaños y que era muy probable que mucha gente no esté conmigo, no me salude, se acuerde tarde, se acuerde en marzo o nunca lo haga.
Mi primer cumpleaños lo pasé en Buenos Aires.
El número dos, tres, cuatro, cinco y seis estuve en la playa.
El número 7 fue como un quiebre: mi primer festejo con amiguitas/os en casa. Pero amanecí en una camilla de hospital, con dos horas de observación encima y la absoluta prohibición por parte del Sr. médico de comer papas fritas, sandwichitos y todas las cosas ricas que iba a haber en casa.
Igual fue genial.
El 8 lo pasé arriba de un auto. Soplé la velita en una cocina rodeada de valijas.
Los 9, 10, 11, 12 y 13 no los recuerdo. Sólo sé que no estaba en Buenos Aires.
Para el 14 ya era más "madura" y decidí hacer un pijama party con mis amigas.
Los quince, obviamente, fueron un dilema porque no sabía si hacer la fiesta en enero, en febrero, en marzo o en junio. Lo único que sabía era que quería una fiesta y un vestido "grande". No me importaba demasiado lo demás, pero las complicaciones empezaron cuando las fechas de los lugares que me gustaban comenzaban a escasear. Además, mi cumpleaños no cae sábado desde aproximadamente los 10 años y, por lo tanto, quedaba descartadísima la posibilidad de hacerlo el mismo día.
La gran fiesta terminó siendo el 15 de abril. Sí, 3 meses y 3 días después.
Ya los 16, los 17, los 18, los 19 y los 20 fueron con amigas. Más organizados y con más cantidad de gente dispuesta a salir o a venir a casa a acompañarme.
Me fui acostumbrando con el paso de los años y descubrí que cumplir con calor es muuuy más divertido.
Este post no es para nada una queja, sino un agradecimiento a la vida por haberme dejado nacer en medio de la estación que más me gusta: verano.
23.12.10
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Me di cuenta de que voy y vuelvo
pero siempre
vuelvo
Y me di cuenta
de lo mucho
que me llena
escribir.
pero siempre
vuelvo
Y me di cuenta
de lo mucho
que me llena
escribir.
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