8.11.09

LA LÁGRIMA

Cuando cae una lágrima, un fragmento del alma viaja con ella a través de la fisionomía del que la llora; cae fuertemente y robusta si el dolor es grande, si el enojo es intenso, si la bronca no se marcha.
Si cae más delgada y liviana, no significa que el dolor no sea profundo; solamente que hay muchas más lágrimas que necesitan salir a la luz, renacer en lo más recóndito de un ojo para exiliarse de quién sabe dónde vienen...
Todas son transparentes: suelen ser tan incoloras que casi no las podemos ver, pero se sienten de manera tan intensa que hasta pueden llegar a adquirir colores e incluso formas (atención con esto).
La lágrima brota, empieza a rodar lentamente... mejilla abajo, veloz y sagaz. Atemporal.
La gota de líquido proveniente del interior, que no ha sabido apagar el alma en llamas.
Una vez que supo rodar por todo la extensión del rostro, cae y se evapora, se convierte en aire.
¿A dónde vas lágrima, cuándo te caes?
La lágrima que se fue, se lleva consigo un momento o una emoción, porque hay lágrimas dolorosas y lágrimas de alegría; éstas últimas saben surgir cuando el corazón sonríe.

2.11.09

INQUIETA

Puedo parecer inquieta, llena de dudas.
Puedo parecer incrédula, inocente, nerviosa, estratega, ambiciosa, inútil, callada, tímida, sociable, extrovertida, generosa, ingenua, desagradecida, felíz.
Todos poseemos mil caras y al fin y al cabo somos la única faz de una moneda que gira, perpleja y temerosa, llorando el destino que le deparará la crueldad del perfecto y no siempre justiciero azar.
Somos lo que el momento presente nos depara, nos indica; lo que el aquí y ahora nos dice que seamos. Ni más ni menos.

Una gota de lluvia flotando en el aire, cayendo lentamente entre la densidad del cielo
Una triste rosa marchita en el medio del desierto
Los ojos del lunático, loco de amor
La sonrisa en medio del delirio

1.11.09

EL RAYO DE SOL

La vida te sorprende a cada instante.


Cuando creemos que lo peor está por venir, que ya no queda nada por hacer ni por qué vivir, nos damos cuenta que siempre hay un pequeño rayo de Sol dispuesto a iluminarnos los días.
Ese rayo se puede encontrar en cualquier lugar (sí, hasta en el más insignificante, en el menos pensado, en el más cotidiano...)
Solía preocuparme por cosas que no tenían demasiado sentido, cosas banales, artificiales; hasta que llegó mi rayo de Sol.
Cuando llega, te atraviesa el cuerpo, el alma y la razón, y ya no queda más remedio que dejarse iluminar. Porque su fuerza es tan vehemente que, a pesar de parecer el rayo de Sol más fútil, toma todos tus sentidos y cada una de tus células hasta volverte inmune de todo aquel dolor que habías soportado y que creías que no terminaría jamás.
La vida sabe sorprenderte; sabe cuándo, cómo, dónde y por qué. Pero sobre todo, sabe con quién.